Hoy por hoy, el caballito de batalla de muchos políticos
consiste en hablar de “una educación gratuita y de calidad”...
Mi visión del tema es que:
-
Aunque sea gratuita, no hay suficientes vacantes para cubrir
la demanda. Incluso siendo pagada y con fines de lucro, los cupos se hacen
insuficientes.
-
Toda la vida al chileno lo han convencido de que lo gratis, no
es bueno. Revertir eso será un difícil desafío.
-
No todos quieren llegar a la universidad.
-
Muchos están conscientes de que aunque tengan las aptitudes,
las ganas y un cupo asegurado, no pueden costear su estadía (alimentación,
vestuario, materiales de estudio y alojamiento)
-
Por punto anterior. Hay algunos que lo intentan, y lo logran.
Pero el proceso los marca profundamente.
-
Tenemos un sistema educacional que apunta a que todos se
profesionalicen en lo que demanda el mercado. No en sus aptitudes especiales.
-
Por punto anterior: Cantantes, músicos populares o simples
trovadores, deportistas y otros tantos más; no reciben las bases de su
formación y el sistema sólo explota sus talentos naturales integrándolos a
equipos internos (sin proyección), o para las presentaciones de aniversario...
Nada más...
Y por otro lado tenemos el
orgullo de las universidades: Sus ilustres y connotados profesionales.
Aquí, un ejemplo de situaciones
que se dan habitualmente:
Una humilde muchacha, cuya
educación se limita a la que obliga el estado, trabaja como asistente de un
profesional “X”. Acudí a este profesional, porque necesitaba de sus servicios y
mientras me elaboraba un presupuesto, y en vista de que sus manos estaban
ocupadas, le solicitó a su asistente que anotara. Esta, falta de experiencia y
claramente, sin inducción alguna en cuanto al trabajo que debía desempeñar, no
encontraba lápiz y lo hizo saber. Él fijó su atención en un lápiz que había
sobre la mesa y le dijo “anote con ese”... “¡pero es rojo!”, señalo la chica.
“No importa; si escribe, anote igual”, dijo él.
En ese minuto me comenzó a hervir
la sangre, pero mi prudencia me contuvo.
“Anote”, le señaló; y comenzó a
hablar fluidamente, teniendo en cuenta que la chica no alcanzaría a tomar
nota... Ahí vino el remate al hacerle presente su falta de conocimientos
“Abrevie Zn; química básica, ¿no lo recuerda?”
Me volvió a arder la sangre, pero
me contuve nuevamente. Tal vez si yo hubiera dicho algo, el profesional hubiera
moderado su lenguaje; pero en privado hubiera vuelto a humillar verbalmente a
la muchacha, o incluso, haberla despedido...
Yo, siendo un obrero más en este
gran mercado llamado Chile, estaba muy perturbado por lo visto y oído... Al día
siguiente, comenté el hecho con personas muy cercanas y para mi sorpresa una
señaló: “Poco vivita la chica, debiera haber tenido un lápiz a mano”...
Quedé con la boca abierta y sin
palabras...
Vi la imposibilidad de la chica,
de exigir un trato digno... Y vi la soberbia del profesional, en su trato hacia
ella.
Aún pienso en el incidente y
reflexiono: ¿Tanto sacrificio de muchos, por obtener un título en la más
prestigiosa universidad pública del país, y ni un mínimo atisbo de humanidad en
el trato hacia quienes están bajo su mando?
Ese discurso ninguneador lo he
oído de otros profesionales de esa casa de estudios en frases como:
-
“¿A ver, quienes estudiaron de verdad?”... Dejando en claro que
no ven a sus colegas como iguales.
-
“Gente estúpida”... Todos cualquiera, o el que esté por bajo
“su nivel”.
-
“Jodido sistema”... El mismo que los provee de medios para su
ineficiente desempeño.
Y conste que esto no lo he oído
en la pequeña ciudad en que vivo, sino que de personas que viven en la “Capital
del Reino”, porque así nos lo hacen sentir a quienes somos simples
provincianos.
Seguiría, pero pensarían que es
mi resentimiento el que habla, y no es así. Es mi legítima inquietud, respecto
a que nada ha cambiado en los últimos 50 años de educación superior en Chile.
Los profesionales de siempre no
ejercen liderazgo, solo manipulan el látigo... Se sientan sobre los hombros de
sus subalternos y lucran con el sacrificio y la falta de preparación de estos.
Nos miran como chucherías descartables...
Lo peor de esto, es que con todos los impuestos que los
pobres, incultos e ignorantes (como yo) deberemos pagar, se costeará su inhumana
y lucrativa “Formación Profesional”; aunque con gusto pagaría por educación de personas.