Por alguna actividad del grupo de ecología de mi liceo,
alguna vez estuve en un campamento científico, en la ciudad de Victoria. Fue
una actividad muy entretenida y novedosa, que jamás olvidaré.
Durante el desarrollo de esta
actividad, fuimos recibidos por alumnas de un colegio local: La Vanessa, la
Claudia, y la Natalia... Terminada la actividad nos dimos las direcciones - Por
esos tiempos no era tan común tener teléfono, y los computadores eran algo casi
desconocido...
Pasaron los meses, algunos años,
y seguíamos en contacto... Cartas iban y venían... ¡Qué tiempos aquellos!... –
Todavía conservo la mayoría de las cartas en una caja pequeña...
Hasta que un día recibí una
invitación para ir a visitar a Natalia. Ella era hija del director de la
escuela especial, y vivía en una pequeña casa que había junto a la misma... Su
madre me atendió muy bien; su padre, no salió de la pieza...
Salimos a dar una vuelta por la
ciudad, fuimos a la casa de Claudia, charlamos de todo un poco y luego me
acompañaron al bus... Ningún bus entraba a Lautaro, así es que estaba
predispuesto a caminar los 2km que había desde la carretera, hasta la ciudad...
Durante el viaje de regreso, paré la oreja al oír que alguien más iba a
Lautaro. Era una chica de cabello negro, grueso; rostro redondo, voz ronca, y
bastante más baja que yo... Interrumpí su conversación, le pregunté que a qué
parte de Lautaro iba... ¡Sorpresa!, era prima del Toño, el nieto de la vecina
de mi abuelita, con quien jugaba ocasionalmente... Ella (quien se llamaba Paula), iba a la casa de su abuela...
Ya no haría solo el trayecto a
casa... Caminamos juntos, conversamos de todo, y con el correr de los días,
como vivíamos cerca, nos topamos más de una vez... Mi hermano menor la encontró
muy bonita... Al parecer, se gustaron y comenzaron a salir... Nada serio, pero
duró bastante... Ella se había venido a estudiar a la región, y se iba a quedar
en casa de su abuela... Su mamá se quedó en su Punta Arenas natal...
Durante ese verano vi a mi
hermano salir en bicicleta con ella, caminar; aprendió a fumar y también llegaba
con rabia a la casa, ya que al parecer, la sureña gustaba de andar coqueteando (a pesar de estar acompañada)... Cosa que no era común ver por estos lados (al
menos, en esos años)...
A mi papá le hacía mucha gracia,
encontraba ‘harto avispada’ a la chumanguita... Y ella siempre iba de visita a
la casa (a pesar de que con mi hermano ya no pasaba nada). Conversaba con mis
padres y se iba al caer la noche...