Era un día soleado, algo caluroso, ideal para caminar por el parque y disfrutar de un buen libro, en alguna banca o tendido sobre el césped...
Estaba absorto en la lectura. Casi no sentí su llegada. Cuando alcé la vista, estaba junto a mí una bella muchacha de cabellos castaños, ojos almendrados, labios bien formados, amplia y bella sonrisa. Me consultó si había visto una pequeña perrita de color negro intenso, con dos moñitos rosas. Me quedé un instante en silencio, sin saber qué responder...
- No; estoy hace algún rato por aquí y no he visto ninguna perrita.
- Llevo como media hora buscándola - señaló ella...
- Si gustas, te ayudo a buscarla - señalé. - ¿Tiene nombre? - Agregué...
- Mona - dijo ella.
Dimos algunas vueltas por el parque, llamando a "Mona", y conversando... Cosas sin importancia... De todo, de nada... Decidimos separarnos para abarcar una mayor superficie...
Ya atardecía, cuando sentí un débil gemido, que provenía desde un matorral... Me acerqué, y encontré a "Mona" enredada entre las ramas... Costó retirarla, ya que había dado varias vueltas y la cinta de su arnés estaba anudada...
La tomé entre mis brazos y quise llamar a su dueña, pero había olvidado preguntar su nombre, así es que no atiné a decir otras palabras más que "¡Encontré a Mona , encontré a Mona!"... Debo haberme oído algo ridículo, más aún sosteniendo entre los brazos a aquella pequeña perrita negra, de moños rosa...
Dí algunas vueltas, y otros tantos gritos, hasta que ella apareció... Estaba muy emocionada, la arrebató de mis brazos y la abrazó con fuerza... Yo ya estaba por retirarme, cuando me habló, se aproximó y me dio un dulce beso en la mejilla...
Cuando se iba, alcancé a preguntar su nombre.
- Mónica -me dijo-... Pero me dicen "Mona"...
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