Siendo hoy, noche de jueves santo, vino a mi memoria una de
aquellas noches...
Esto sería hace unos 20 años. Por una de esas casualidades,
me encontré con unos amigos, vecinos de barrio... Los padres de Marcos (uno de
ellos), habían salido y él había quedado en casa junto a su hermana... Surgió
la idea de compartir “algo”... Ese “algo”, era piscolas y papas fritas...
Al ingresar a la casa, junto a otros amigos, noté que estaba
Carola, la polola de Marcos. Ella ya se había dado a la tarea de freir unas
papas... El grupo lo completaba Juan Pablo (hermano de Carola), y Pato (otro de
los vecinos)...
Mientras conversábamos de cosas diversas, de fondo oíamos un
“cassette” del grupo de moda: Maná...
En el muelle de San Blass... Mariposa traicionera... Vivir
sin aire... Déjame entrar... Y tantas otras más.
Los temas conversados, ya el tiempo los ha borrado de mi
mente... Pero algo me quedó muy presente... La actitud de Carola cuando
llegamos... Parecía estar avergonzada de que la viéramos cocinando para él... O
tal vez, quería aprovechar la noche y el espacio para estar a solas con
Marcos... Eso fue al comienzo, ya que el ambiente fue muy grato y todos hablábamos sin parar..., a veces con uno, a veces con otro, y otras tantas, casi todos al mismo tiempo... O todos coreando las canciones...
Como sea que se hayan dado las cosas, fue una muy grata noche... Noche que nunca
se volvió a repetir, ya que con los años, cada cual siguió su propio camino...
Patricio se fue al norte, Marcos a Temuco, Carola también (pero no están
juntos)... y de Juan Pablo y Paola, no he vuelto a saber...
Hoy, con los años, añoro el poder disfrutar una más de
aquellas noches, en que el tiempo era relativo, tenía toda una vida por delante
y un sinnúmero de oportunidades; pero por sobre todo, por verles una vez más...
Nostalgia, sin duda..., los años no han pasado en vano...
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Gracias por dedicarme tu tiempo y tus palabras...