jueves, 24 de abril de 2014

La Barwoman




En mis tiempos de universidad, había una chica que llamaba bastante la atención. Era una colorina de ojos verdosos, que siempre destacaba con un delineador negro; rostro ovalado, nariz levemente respingada labios carnosos, pero no gruesos; alta y delgada, a pesar de tener una contextura media; y que siempre vestía ropa ceñida, destacando un bien formado busto.

Ocasionalmente escuchaba que mis compañeras cuchicheaban, no tardé mucho en descubrir que hablaban de ella. Yo no la conocía; aunque era bella y no me era indiferente, jamás me preocupé de buscar hablarle, o pedir a uno de sus conocidos, que nos presentaran... (Típico de aquellos años, al menos, según me parecía a mí).

Cierto día pregunté si alguien la ubicaba, no mostrando mucho interés; Vivianne, una de mis compañeras, me contó que ella era la barwoman del "Bárbaro"; un Pub de Temuco, que ignoro donde quedaba. No volví a preguntar nada más de ella.

Yo tenía la idea de que una chica así, tendría un galán atractivo y solvente, que atendiera sus gustos... Fui prejuicioso, y lo reconozco. Para mí, la universidad era un mundo nuevo, donde ya había visto varios casos en que las chicas bellas, andaban con chicos de esas características... Obviamente, yo no estaba en ese grupo; jamás me creí el cuento de que fuera atractivo, y mis recursos económicos apenas me alcanzaban para locomoción y mi naciente vicio, el cigarrillo...



Uno de los requisitos de la universidad, era que todos los alumnos debían cursar un ramo deportivo. Como el deporte no era lo mío, postulé varias veces a un cupo en Ping-pong, hasta que lo conseguí. 

El curso estaba integrado por alumnos de diversas carreras y una de mis compañeras era ella, la colorina que había llamado mi atención un par de años atrás.

A medida que transcurrían las clases, ya uno iba recordando los rostros de los compañeros y para el final del semestre, nos saludábamos cordialmente.

Para ese entonces, yo ya estaba casado, y eso lo comenté en una de las clases... Curiosamente al final de la misma, ella se aproximó y me dijo si quería ir a comer una pizza al mall. Fuimos y conversamos un buen rato. tras lo cual me di cuenta de lo injusto que había sido en mis apreciaciones. 

Ella era una chica que contra la voluntad de sus padres se vino a estudiar al sur, prácticamente con lo puesto... Consciente de sus atributos físicos, sabía que trabajo no le faltaría y con eso, más crédito y becas, logró sacar adelante su carrera... Por dentro yo moría de vergüenza... Ella era sencilla, directa, con un timbre de voz que daba gusto oír. El movimiento de sus manos era delicado y muy "femenino" (disculpen si suena machista la descripción), aunque las mismas se notaban gastadas por el trabajo... Era de esas personas que te miraba a los ojos al hablar... Conversamos trivialidades y luego de servirnos la pizza, cada cual cortó por su camino...

Años después me crucé con ella, en lo me pareció, era una ONG ambientalista... No pregunté mucho; la saludé cordialmente y nunca más la volví a ver.


Hasta el día de hoy, me pregunto a qué obedeció esa invitación... En atención a que yo estaba casado, tal vez asumía que no la intentaría seducir - de hecho, no hubo intento alguno al respecto -. O tal vez solo deseaba conversar con alguien, ser escuchada y comprendida. - No recuerdo haberla visto compartir con amigas; tal vez, no las tenía - . 



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