martes, 10 de junio de 2014

Partir desde cero

Los inicios, siempre son difíciles. Se requieren sacrificios y de mucha entrega... Los jóvenes y los ancianos lo tienen más que claro, con la salvedad de que un joven tiene una vida para equivocarse, y el anciano puede estarse jugando la última oportunidad...

Partir de cero, para muchos es sinónimo de fracaso. De no haber sido capaz de conservar lo que tanto sacrificio les costó conseguir... Probablemente, mucho tiempo de bonanza, ocasiona en las personas esa sensación de ser invencibles, necesarios e imprescindibles; cuando la realidad es que estamos en un sistema mercantilista, que desecha todo lo que traiga consigo un retraso en el logro de los objetivos...

Siempre recordaré a una persona que conocí desde pequeño. Un joven cuyo padre, militar de carrera, era exigente y bastante duro... Él embarazó a su pareja, siendo muy jóvenes, y la presión familiar lo obligó a dejar todo de lado y hacerse cargo de ambos (madre e hijo)... Las vio negras, y con muy poco apoyo familiar. Pero como la necesidad es el mejor aliciente para motivar a las personas, logró conseguir un trabajo estable como garzón... Lo daba todo por la empresa, hasta que la empresa ya no requirió de sus servicios.

Con la cesantía vino el resentimiento, con el resentimiento la rabia, y con la rabia la frustración... Pero un buen día, junto a su mujer, iniciaron algo que les brindaría sustento... Primero, vender empanadas los domingos (a domicilio); siguieron con humitas y de a poco se las fueron ingeniando en el rubro alimentos... Sin iniciación de actividades, ni resolución sanitaria, ni pago de impuestos... Había que alimentar a la familia y don todopoderoso fisco, no estaba interesado en sus estómagos, sólo en su billetera (la que a la luz de los hechos, estaba vacía).

No se convirtió en un gran empresario, ni creó una cadena de comida típica chilena... Lo que hizo fue arrendar una casa antigua y grande, y convertirla en pensión. Daba alojamiento y comida... De eso vive. Es su propio empleador, y si bien, no creo que tenga ahorros previsionales para la vejez; hoy tributa a papá fisco, recuperando su condición de contribuyente digno y trabajador...

Muchos ven el resultado, casi nadie valora los procesos... Tal vez nos falta eso, valorar el trabajo y lo que cuesta conseguir cosas importantes... El asistencialismo nos está consumiento y cada vez buscamos la vía rápida o el camino fácil; pero muchos olvidamos que hay un camino pedregoso, lento, angosto y lleno de dificultades, que igualmente podemos transitar. 

Algún día deberé recorrer ese camino. Espero tener la fortaleza para avanzar, y no quedar a un costado; perdido, olvidado y sepultado...

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